En las laderas del monte Lishui, en la provincia oriental de Zhejiang, se encuentra desde 2024 la planta solar montañosa más grande del planeta, una instalación que no solo redefine el uso del terreno elevado, sino que marca un hito en la transición energética global.
La planta, que ocupa más de 1,000 hectáreas y está equipada con más de 95 mil paneles solares, utiliza un tipo de tecnología de última generación: células solares de perovskita.
Estos paneles, fabricados por la empresa china MicroQuanta Semiconductor, fueron especialmente diseñados para adaptarse a las condiciones geográficas del lugar, con una inclinación de 22° y una elevación de 2 metros para permitir el cultivo agrícola debajo de las estructuras.
El proyecto combina dos grandes pilares: producción de energía limpia en verano y cultivo de papas en invierno, demostrando que el desarrollo sostenible puede armonizar con la actividad agrícola tradicional.
Además de su impresionante escala, esta planta destaca por el uso de perovskita, una tecnología solar de tercera generación que supera al silicio convencional en eficiencia, especialmente bajo condiciones climáticas poco favorables. Entre sus ventajas están:
-
Mayor eficiencia con baja radiación solar
-
Flexibilidad para instalar en terrenos irregulares o curvos
-
Menor costo de fabricación
-
Mayor aprovechamiento del espectro solar
La instalación se ha convertido en un símbolo del compromiso de China con la energía renovable, así como en un modelo replicable para otras regiones montañosas del mundo. Su éxito también impulsa el desarrollo económico local mediante la creación de empleo verde y la diversificación productiva.
Esta gigantesca montaña solar, considerada una joya de la ingeniería energética, posiciona a China no solo como potencia industrial, sino también como líder en soluciones innovadoras frente al cambio climático.
