Ecuador, un país reconocido por su biodiversidad y patrimonio natural, está dando pasos firmes hacia una transición energética sostenible. Con el apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la facilidad de Corea para el cofinanciamiento del desarrollo de la infraestructura para América Latina y el Caribe, Ecuador está listo para diversificar su matriz energética y reducir su dependencia de los combustibles fósiles.
El BID ha aprobado un préstamo de US$500 millones, sumado a una contribución de US$100 millones de la facilidad de Corea. Este financiamiento busca impulsar la inversión pública y privada en el desarrollo de energías renovables en Ecuador, alineándose con los objetivos de descarbonización del país.
En una entrevista exclusiva con este medio, el ingeniero y docente investigador Alexander Mero subrayó la importancia de invertir estos fondos en proyectos que no solo sean limpios, sino también sostenibles y con un alto retorno de inversión. «Los créditos aprobados recientemente por el BID deberían invertirse en proyectos que tengan un alto impacto y retorno sostenible. Invertir en plantas fotovoltaicas y en la generación de biogás a partir de residuos sería ideal, ya que estas tecnologías no solo son limpias, sino que también pueden aprovechar los recursos disponibles localmente», explicó Mero.
Biomasa, energía eólica y fotovoltaica se perfilan como las tecnologías clave en regiones estratégicas del país
Ecuador ofrece un potencial geográfico único para el desarrollo de diferentes tecnologías renovables. Según Mero, la región amazónica y la costa tienen un gran potencial para la generación de energía a partir de biomasa, aprovechando los residuos agrícolas y forestales. «También la costa presenta oportunidades para la energía eólica, gracias a los fuertes vientos que se registran en ciertas zonas. Por ello, es esencial que se sigan explorando y explotando estas fuentes para diversificar la matriz energética del país», agregó.
Además, en la zona andina, especialmente en Quito, se están desarrollando importantes proyectos de plantas fotovoltaicas de gran extensión, que están mostrando un crecimiento significativo debido a la alta irradiación solar en la región. Estos proyectos no solo contribuyen a la reducción de emisiones de carbono, sino que también fortalecen la independencia energética del país.
No obstante, la transición hacia las energías renovables no está exenta de desafíos. Uno de los más significativos es la intermitencia en el suministro de energía, particularmente durante los períodos de estiaje y fenómenos climáticos como El Niño. En este contexto, los sistemas de almacenamiento de energía, como las baterías de gran capacidad, emergen como una solución viable para garantizar la estabilidad de la red eléctrica.
Sin embargo, como señala Mero, la inversión del gobierno en estas tecnologías es aún limitada, dejando gran parte de la responsabilidad en manos del sector privado. «Los sistemas de almacenamiento siguen siendo costosos, lo que dificulta su adopción masiva en el país. Es necesario que el gobierno implemente incentivos y políticas que faciliten la inversión en estas tecnologías, reduciendo costos y haciendo más accesible su implementación a gran escala», concluyó Mero.
Ecuador se encuentra en una encrucijada crucial para su futuro energético. Con el respaldo financiero del BID y la facilidad de Corea, el país tiene una oportunidad única para transformar su matriz energética y liderar la transición hacia un modelo más sostenible y resiliente; aunque el éxito de esta transición dependerá de la capacidad del país para superar los desafíos técnicos y financieros que enfrenta en el camino.
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