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viernes 16, mayo 2025

No todo lo que emite contamina: ¿Por qué el biometano es renovable?

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A primera vista, resulta contradictorio: ¿cómo puede un gas compuesto por metano (CH₄) y dióxido de carbono (CO₂) —dos de los principales gases responsables del cambio climático— ser considerado una fuente de energía renovable?

Esta es una pregunta común y comprensible, especialmente en un momento en que los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ocupan un lugar central en la agenda energética global. Sin embargo, cuando hablamos de biometano —también conocido como Gas Natural Renovable (RNG)— nos referimos a un gas que, aunque similar en composición al gas natural fósil, tiene un origen, un ciclo de vida y un impacto climático completamente distintos.

En un artículo anterior, exploramos cómo el biometano puede sustituir al gas natural convencional y facilitar la descarbonización de sectores difíciles de electrificar. Si no lo has leído, te invito a hacerlo pulsando acá.

En esta nueva entrega, responderé esta duda fundamental: ¿por qué un gas con potencial de emisión puede, en determinadas condiciones, ser parte de la solución climática y no del problema?

Para responder esta pregunta, repasaré primero qué es el biometano, cómo se produce, en qué se diferencia de otros gases renovables, y luego explicaré por qué —desde un punto de vista científico, ambiental y regulatorio— no todo lo que emite, contamina.

¿Qué es el Biometano?

El biometano, también conocido como Gas Natural Renovable (RNG, por sus siglas en inglés), pertenece a la familia de los gases renovables y está compuesto mayoritariamente por metano. Se obtiene a través del refinamiento del biogás, un gas crudo generado por la descomposición anaerobia de materia orgánica: estiércol, residuos agrícolas, lodos de plantas de tratamiento de aguas residuales o desechos sólidos urbanos.

Su origen 100% biológico lo convierte en una fuente energética circular y baja en emisiones, alineada con los principios de sostenibilidad y economía circular.

Contenido del artículo
Comparativa de Gases

¿Cómo se diferencia de otros gases renovables?

Este gas se distingue de otros gases renovables principalmente por su nivel de pureza, su composición química y su capacidad de integración en la infraestructura existente de gas natural.

A diferencia del biogás, que es una mezcla cruda compuesta típicamente por un 50% a 70% de metano (CH₄) y un 30% a 50% de dióxido de carbono (CO₂), además de trazas de otros compuestos como sulfuro de hidrógeno, vapor de agua y contaminantes orgánicos volátiles, el RNG es una versión refinada y purificada del biogás. Mediante procesos avanzados de tratamiento —como la separación por membranas, la absorción química con aminas, la adsorción por cambio de presión (PSA) o la purificación criogénica— se eliminan casi por completo los compuestos no deseados, logrando una concentración de metano superior al 90% e incluso alcanzando niveles del 96-98%, equivalentes al gas natural fósil.

Esta pureza le confiere una versatilidad técnica única dentro de los gases renovables, ya que puede ser inyectado directamente en redes de distribución de gas natural, almacenado en los mismos sistemas subterráneos o utilizado como combustible vehicular (RNG-CNG o RNG-LNG), sin requerir adaptaciones técnicas costosas. En cambio, el biogás en su estado bruto no puede ser utilizado de manera segura o eficiente en estas aplicaciones sin un proceso previo de upgrading.

En comparación con otros gases renovables como el hidrógeno verde, el RNG también tiene ventajas particulares. El hidrógeno, aunque libre de carbono, requiere una infraestructura completamente distinta para su transporte, almacenamiento y uso final, debido a sus propiedades físicas (es mucho más ligero, altamente inflamable y necesita altas presiones o temperaturas criogénicas). Por el contrario, el RNG aprovecha la infraestructura ya instalada, lo que reduce significativamente los costos y tiempos de implementación.

Asimismo, el syngas (gas de síntesis), otro gas renovable producido por gasificación de biomasa o residuos sólidos, tiene un perfil energético útil pero su composición heterogénea (mezcla de monóxido de carbono, hidrógeno y metano) lo hace menos compatible con las redes de gas natural sin procesos adicionales de reformado.

Contenido del artículo
Esquema de la producción de gases renovables

En resumen, el RNG se diferencia de otros gases renovables en tres aspectos clave:

  1. Su alto grado de pureza, que lo hace funcionalmente equivalente al gas natural convencional.
  2. Su origen biológico circular, que permite capturar emisiones de metano que de otro modo se liberarían a la atmósfera, aportando beneficios ambientales adicionales.
  3. Su compatibilidad con la infraestructura de gas natural existente, lo que facilita su despliegue inmediato.

Entonces, ¿Por qué este gás —compuesto por Metano y CO₂— se considera un gas renovable?

El biometano es considerado renovable debido principalmente a tres razones clave:

1. Participación en un Ciclo Biogénico Cerrado del Carbono

El carbono presente tanto en el metano como en el CO₂ de este gas proviene de biomasa reciente: restos de cultivos, estiércol, alimentos, aguas residuales, etc. Este carbono fue capturado recientemente de la atmósfera por plantas (a través de la fotosíntesis) y por animales al consumir biomasa.

Cuando esos residuos se descomponen y producen el biogás, simplemente liberan el mismo carbono que fue capturado meses o pocos años antes. Por eso se dice que participan en un ciclo corto o natural del carbono, que no incrementa el nivel neto de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

En cambio, cuando se queman combustibles fósiles, se libera carbono que proviene de reservas subterráneas que no participaban en el ciclo atmosférico y cuyo ingreso masivo a la atmósfera desequilibra el balance climático.

Por tanto, aunque es químicamente idéntico— este gas no contribuye al aumento neto de gases de efecto invernadero, ya que es parte de un ciclo natural de reciclaje de carbono.

2. Captura de Emisiones Inevitables

Este gas se origina en fuentes que, de no ser gestionadas adecuadamente, liberarían metano y CO₂ de forma directa a la atmósfera como vertederos, residuos ganaderos o aguas residuales. Por ello, capturar y aprovechar ese gas como fuente de energía lo convierte en una herramienta eficaz de mitigación de emisiones, al transformar un pasivo ambiental en un recurso energético renovable. Capturar ese gas y usarlo como energía:

  • Evita emisiones difusas que de otro modo serían liberadas sin control.
  • Permite transformar un residuo en recurso, alineándose con los principios de economía circular.
  • Reduce el impacto climático, especialmente porque el metano sin capturar es 25 veces más potente que el CO₂ como gas de efecto invernadero en un horizonte de 100 años.

3. Reconocimiento Técnico y Regulatorio

Las principales agencias regulatorias del mundo, como la Unión Europea y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en EE.UU., consideran que:

  • Si el gas es producido a partir de biomasa sostenible, su uso puede ser clasificado como energía renovable.
  • El gas es renovable aunque contenga metano y CO₂, siempre que se produzca con tecnologías adecuadas y bajo criterios de sostenibilidad.

Este reconocimiento lo hace elegible para incentivos como certificados de energía limpia o créditos de carbono, lo que ha impulsado su adopción en sectores como transporte, industria y generación eléctrica, en muchos países.

¿Y Qué Pasa con el CO₂ del Biometano separado durante el proceso de upgrading?

Acá es importante distinguir que este CO₂ no es un subproducto cualquiera: es biogénico, es decir, proviene de materia orgánica reciente (como estiércol, residuos agrícolas o lodos de plantas de tratamiento). Y ese detalle lo cambia todo.

Porque al provenir de la descomposición de biomasa reciente, este CO₂ forma parte del ciclo corto del carbono, en contraposición al CO₂ de origen fósil. Eso significa que:

  • Su emisión no altera el balance neto de gases de efecto invernadero, ya que es carbono que las plantas tomaron del aire hace semanas o meses, no millones de años.
  • Su captura y reutilización ofrece oportunidades únicas para la industria del carbono circular, sin aumentar la concentración atmosférica de GEI.

En pocas palabras: aunque se emita, no contamina en términos netos.

¿Qué opciones existen para gestionar ese CO₂?

  1. Liberación controlada a la atmósfera Es la opción más sencilla y económica, pero desaprovecha el potencial del carbono capturado. No genera beneficios adicionales, aunque tampoco contribuye al cambio climático si el origen es biogénico.
  2. Captura y uso en aplicaciones industriales (Bio-CCU) Aquí entramos en un terreno interesante: el CO₂ biogénico puede ser utilizado en múltiples aplicaciones como: (1) Producción de bebidas carbonatadas; (2) Cultivos en invernaderos (fertilización carbónica); (3) Fabricación de materiales (como e-combustibles o polímeros); (4) Tratamiento de aguas y control de pH.
  3. Captura y almacenamiento permanente (Bio-CCS) Esta opción convierte al proceso en una tecnología de emisiones negativas. Si se almacena el CO₂ capturado en formaciones geológicas o suelos agrícolas enriquecidos con carbono, se puede compensar más emisiones de las que se generan. Esta es una de las claves del concepto de Carbon Dioxide Removal (CDR).

Conclusión

La paradoja aparente del biometano —un gas compuesto por metano y CO₂ que, sin embargo, se considera renovable— se disuelve cuando entendemos su origen, su ciclo de vida y su impacto neto en el clima. Lejos de ser un simple sustituto del gas natural fósil, el biometano es una solución madura que conecta la economía circular, la gestión inteligente de residuos y la descarbonización energética.

Su producción transforma pasivos ambientales en activos energéticos, aprovecha infraestructura existente y genera beneficios sociales y económicos a nivel local. Es, en muchos sentidos, una tecnología puente que nos permite avanzar en la transición energética sin esperar a que otras soluciones más disruptivas estén listas para escalar.

Comprender por qué este gas puede ser parte de la solución climática es clave para acelerar su adopción y diseñar políticas que lo integren estratégicamente en nuestros sistemas energéticos. Porque cuando hablamos de sostenibilidad, no se trata solo de evitar emisiones, sino de reinventar la forma en que producimos, usamos y valoramos la energía.

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