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viernes 16, mayo 2025

El Renault 4 (cuatro latas) del Papa Francisco

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En un mundo donde la imagen muchas veces se impone al mensaje, el Papa Francisco desafió los protocolos desde el inicio. Siendo ya Sumo Pontífice, no escogió las alfombras rojas ni las limusinas negras. No se deslizó entre vidrios polarizados ni recorrió Roma escoltado por blindados. Escogió, en cambio, un Renault 4 del año 1984, blanco, modesto, gastado por los años y los kilómetros, que se convertiría en un emblema viviente de su forma de entender el poder: como servicio, no como privilegio.

Con más de 300,000 kilómetros recorridos, el vehículo fue un regalo de un sacerdote italiano, el padre Renzo Zocca, quien decidió donárselo tras escuchar al Papa predicar sobre una Iglesia sencilla, sin adornos ni ambiciones materiales. Francisco aceptó el obsequio no por cortesía, sino porque su mensaje coincidía con sus gestos, y ese pequeño automóvil francés se alineaba con su visión radical de un cristianismo cercano a los pobres, a los marginados, a los olvidados.

Un coche viejo, un símbolo nuevo

El Renault 4, conocido popularmente como el Cuatro latas, era en su época un vehículo popular, accesible, y hasta entrañable. Fue producido durante más de tres décadas por Renault, siendo adoptado por miles de familias trabajadoras en Europa y América Latina. Su diseño rústico, motor simple y carrocería resistente lo convirtieron en un símbolo de movilidad para el pueblo. No era un automovil elegante, ni veloz. Era práctico, leal, económico. Era, de alguna forma, el auto del pueblo. Y en las manos del papa argentino, pasó a ser el auto de un pastor con olor a oveja.

Francisco no solo aceptó el vehículo como gesto simbólico. Lo condujo. Lo usó. Lo vivió. No era raro verlo al volante del pequeño Renault por los jardines del Vaticano, saludando con la ventana baja a empleados, cardenales y visitantes. Para muchos fue desconcertante ver al sucesor de Pedro detrás de un timón desgastado, pero para otros, era una imagen profundamente reveladora: el papa como uno más. No como figura distante, sino como hermano.

Cuando lo vi llegar en ese coche, comprendí que algo había cambiado para siempre, contó un jardinero del Vaticano en una entrevista. Ese cambio fue sutil pero poderoso: el papa hablaba sin decir palabra, solo girando la llave del motor de un carro viejo.

Una espiritualidad sin blindaje

A diferencia de los vehículos papales anterioresPapamóviles blindados, Mercedes-Benz hechos a medida, limusinas alemanas— el Renault 4 no tenía nada que ocultar. no ofrecía protección, ofrecía cercanía. Su carrocería blanca y sin adornos no disimulaba el paso del tiempo, ni ocultaba su historia. Francisco no quiso modificarlo, ni personalizarlo. No pidió asientos especiales ni emblemas pontificios. Lo aceptó tal cual, como aceptaba la fragilidad humana: con ternura y con decisión.

Este gesto conectó con su propia historia personal. En Buenos Aires, como arzobispo, Francisco solía moverse en transporte público o en carros modestos. Nunca se sintió cómodo con los aires de superioridad. Lo suyo era bajar, no subir. Escuchar, no imponer. Caminar junto al pueblo, no encima de él.

El Cuatro latas fue, entonces, una extensión de su espiritualidad cotidiana, una expresión rodante de su manera de entender la autoridad: no como pedestal, sino como plataforma de encuentro.

El legado de un auto sencillo

Hoy, con la muerte de Francisco, el Renault 4 queda inmortalizado no solo como una curiosidad dentro de la colección de vehículos papales, sino como un símbolo de coherencia evangélica. Queda como un monumento en movimiento a la sencillez, a la austeridad y a la cercanía real. No será recordado por su potencia ni por su tecnología, sino por el eco espiritual que dejó a su paso.

Quizás algún día sea exhibido en un museo. Tal vez se le rinda homenaje en un documental o en un acto conmemorativo. Pero su verdadero valor no está en su carrocería, sino en el mensaje que encarna: que se puede ser líder sin opulencia, que se puede guiar sin imponerse, que se puede amar a la humanidad sin levantar muros.

El Renault 4 del papa Francisco fue más que un medio de transporte. Fue un mensaje con ruedas.

Ficha técnica – Renault 4 (1984)

  • Motor: 1.1 L, 4 cilindros.
  • Potencia: 34 CV.
  • Transmisión: manual, 4 velocidades.
  • Velocidad máxima: 120 km/h.
  • Consumo: aproximadamente 6 litros / 100 km.
  • Color: blanco.
  • Kilometraje estimado: más de 300,000 km.
  • Propiedad: donado al papa por el sacerdote Renzo Zocca.
  • Ubicación actual: garaje del Vaticano

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