Cuando se analiza el repunte que han tenido las energías renovables en la República Dominicana en los últimos tres años, para nada se justifica su rechazo.
Desde el gran despegue, se ha podido cuantificar una considerable reducción a la generación mediante combustibles fósiles, uno de los requisitos internacionales en la lucha contra el cambio climático.
Es sabido que el país es signatario de importantes acuerdos que procuran la reducción de las emisiones de gases, como el Acuerdo de París, y qué mejor aliado para hacerlo que promover la inversión en generación de energía limpia.
¿Por qué las trabas?, cuando las estadísticas oficiales demuestran que las renovables son las que menos subsidio se destina, mas si se compara con el hoyo financiero que cada año dejan los combustibles fósiles.
Alguien está torpedeando el desarrollo de la energía fotovoltaica en el país, y más que respuestas surgen muchas dudas y preguntas.
¿Para beneficiar a quién?, ¿Con qué objetivo?, y otras que se quedan en el aire porque algún poderoso está viendo cómo el avance de las instalaciones de paneles solares disminuye sus altos ingresos en el negocio de la generación mediante combustibles fósiles.
El mal mayor es ver que desde las empresas distribuidoras de electricidad pareciera que se certifica esa práctica, cuando avalan supuestos estudios de que dentro de sus pérdidas figuran las instalaciones de paneles solares.
Es más efectivo y de más provecho identificar las pérdidas con quienes no pagan la energía que satanizar la generación de paneles solares.
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