El gas natural ocupa un lugar estratégico en la matriz energética del Perú, proporcionando diversificación y contribuyendo a la transición hacia fuentes de energía más limpias. Según el informe El sector del petróleo y gas en América Latina 2025 de Aggreko, el 91% de los profesionales del sector considera que el gas natural puede ser más sostenible, aunque solo el 53% de las empresas implementa programas concretos hacia ese objetivo.
Durante el segundo semestre de 2024, esta fuente representó cerca del 40% de la oferta interna de energía, abasteciendo centrales termoeléctricas, ofreciendo tarifas competitivas y sosteniendo la terminal de Gas Natural Licuado (GNL) en la costa del Pacífico. “La sostenibilidad dejó de ser solo una cuestión ambiental para convertirse en un factor de eficiencia y competitividad”, señaló Daniel Rossi, gerente del Sector de Petróleo y Gas de Aggreko en América Latina.
Acciones y obstáculos en el sector
Entre las principales iniciativas destacan:
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Uso de energías renovables (59%).
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Implementación de equipos más eficientes (43%).
Los mayores desafíos para avanzar hacia un sector más sostenible siguen siendo los costos, la falta de incentivos y las limitaciones de infraestructura, especialmente en zonas remotas del país.
Camisea y la transición energética organizada
El consorcio Camisea, responsable del 96% de la producción nacional de gas natural, juega un rol central en la transición energética del Perú:
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Financia líneas de transmisión para plantas solares.
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Estudia el almacenamiento de CO₂ en yacimientos agotados.
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Implementa calderas de gas de menor emisión junto a Petroperú.
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Controla aproximadamente 70% del mercado local de GLP.
Estas acciones permiten al país avanzar hacia un modelo energético más sostenible y competitivo, integrando soluciones híbridas que reducen la huella de carbono y aumentan la eficiencia operativa frente a presiones regulatorias y del mercado.
Hacia un futuro energético sostenible
El gas natural no solo garantiza seguridad energética y resiliencia, sino que también facilita la expansión de energías renovables, consolidando su papel como columna vertebral de la transición energética ordenada en Perú. A pesar de los retos, la combinación de infraestructura estratégica, innovación tecnológica y políticas de eficiencia posiciona al país hacia un modelo energético más limpio, competitivo y sostenible.
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