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miércoles 18, septiembre 2024

Bolivia enfrenta crisis energética

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En el último decenio, Bolivia ha importado combustibles (diésel y gasolina) por un total de US$14.347 millones para cubrir la demanda interna, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Ministerio de Hidrocarburos y Energías. Este aumento se atribuye a una significativa caída en la producción de petróleo y condensado en el país, que ha hecho necesario recurrir a más compras internacionales.

Los volúmenes importados pasaron de ocho millones de barriles en el 2014 a 18.2 millones en el 2023, lo que representa un incremento del 127.5 %. En términos de valor, el gasto pasó de US$1.110 millones en el 2014, cuando el precio del barril estaba en US$94,3, a US$2.881 millones en el 2023, con el barril a un promedio de US$77.6. En el 2022, Bolivia marcó un récord histórico con compras de combustibles por US$2,999 millones, un claro indicador de la creciente dependencia del país de las importaciones de carburantes.

Esta situación responde a la disminución de la producción interna, que ha caído drásticamente desde el 2015. De acuerdo con Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), la producción de petróleo y condensado disminuyó de 17.9 millones de barriles en el 2015 a solo 8.6 millones en el 2023, afectando también las exportaciones de gas natural, que han pasado de 48,2 millones de m3 diarios en el 2014 a 22.1 millones diarios en el 2023.

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Soluciones estructurales para revertir la crisis energética

Ante esta crisis, el presidente Luis Arce presentó un plan para reducir la dependencia de las importaciones de combustibles y garantizar la soberanía energética de Bolivia. En su exposición, destacó que los problemas actuales de escasez de dólares y combustibles se deben a la falta de inversión en la exploración de hidrocarburos tras la nacionalización del 2006. Entre las medidas estructurales implementadas desde el 2020, se encuentran:

  1. Exploración y explotación de hidrocarburos: se han perforado 26 pozos en los últimos años, de los cuales 16 ya están operativos y seis han dado resultados positivos, como el pozo Mayaya X1, que convirtió a La Paz en un departamento productor de hidrocarburos.
  2. Producción de biodiésel: el gobierno apuesta por la producción de biodiésel a través de plantas como las de Santa Cruz y El Alto, con capacidades de 1.500 barriles diarios. Además, la construcción de la planta de HVO (aceite vegetal hidrogenado), prevista para el 2026, permitirá producir 9.000 barriles diarios de un diésel 100 % ecológico.
  3. Política de sustitución de importaciones: el objetivo es que Bolivia produzca el 90 % del diésel que demanda el país para el 2026. El gobierno ha implementado incentivos al sector privado para apoyar la construcción de plantas de biodiésel y la creación de un marco regulatorio que favorezca la inversión en infraestructura energética.

Subsidios y contrabando: un problema adicional

Además de las importaciones, otro desafío importante que enfrenta el gobierno es la subvención de combustibles, que le cuesta al Estado aproximadamente US$2,000 millones anuales. De este monto, se estima que alrededor de US$600 millones se pierden cada año debido al contrabando hacia países vecinos, donde los precios son significativamente más altos. Según el ministro de Hidrocarburos, Franklin Molina, Bolivia tiene los precios de combustibles más bajos de la región, lo que incentiva el contrabando.

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