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sábado 7, septiembre 2024

La República Dominicana frente a la OEA

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La República Dominicana, ese país enclavado en el corazón palpitante del Caribe, se erige con orgullo como una de las economías más pujantes de la región. Desde su adhesión a la Organización de los Estados Americanos (OEA) en abril de 1948, durante el histórico evento donde se firmó la trascendental “Carta de Bogotá”, nuestra nación ha desempeñado un papel vital junto a otros catorce países fundadores que dieron vida a este importante organismo.

En este contexto, no solo hemos sido participantes activos, sino protagonistas comprometidos con los ideales de democracia, derechos humanos y desarrollo económico que la OEA promueve. Con un legado cultural vibrante y una historia llena de altibajos, hemos sabido transformar nuestros desafíos en oportunidades, consolidándonos como uno de los países estrella de progreso en el Caribe, con una democracia sólida y un cuerpo diplomático respetado en el mundo actual.

La historia, con su ritmo circular, me llevó a reflexionar en estos días sobre una noticia que leí el 24 de junio en un periódico internacional, donde se anunciaba la despedida de Luis Almagro como secretario general de la OEA. Recuerdo vívidamente aquellos días; yo era embajador en Paraguay y Pepe Mujica acababa de asumir el poder en Uruguay. Fue en ese contexto que Luis Almagro, entonces canciller, empezó a promoverse como candidato a la secretaría general de la OEA, en medio de las inevitables contradicciones que atravesaba la región en ese año del 2015.

El secretario general de entonces era el chileno José Miguel Insulza. Asistí, como representante de la República Dominicana, a una de sus despedidas, una recepción organizada por el gobierno de Paraguay. Fue un evento cargado de simbolismo, reflejo de las transiciones de liderazgo en la OEA.

La Secretaría General de la OEA ha estado, por mucho tiempo, bajo la influencia de figuras del Cono Sur. Creo firmemente que ha llegado el momento de que surja un secretario del Caribe o de Centroamérica. Con nuestra creciente influencia y la notable capacidad de nuestros embajadores, estamos en una posición privilegiada para presentar un candidato que logre los votos suficientes para asumir esta importante posición en un mundo que navega por aguas turbulentas. La región del Cono Sur, con la excepción del presidente de Paraguay, Santiago Peña, se encuentra distraída con ruidos internos, lo que nos ofrece una oportunidad única.

La OEA fue creada bajo siete principios fundamentales, destacándose como un foro multilateral donde los países de América pueden trabajar juntos para resolver problemas comunes, promover la democracia y los derechos humanos, y asegurar el desarrollo y la seguridad en el continente. América Latina, con su diversidad cultural y geográfica, ha sido históricamente un mosaico de intereses y aspiraciones. Sin embargo, es precisamente en la unidad de esta diversidad donde radica nuestra fortaleza.

Los países de Centroamérica y el Caribe, a menudo eclipsados por las grandes potencias del norte y del sur del continente, poseen una riqueza y una perspectiva únicas que podrían enriquecer significativamente la OEA. La Secretaría General de la OEA no debe ser vista como un trono reservado para unos pocos países, sino como una posición que refleje la pluralidad y las voces de todos los miembros del continente. Los países centroamericanos y caribeños, con su historia de resistencia y resiliencia, están en una posición idónea para liderar una nueva era en la organización. Imaginen un liderazgo que entienda profundamente los desafíos de la vulnerabilidad climática, la lucha contra la desigualdad y la promoción de la democracia desde la perspectiva de quienes han vivido en carne propia estos retos durante tantos años.

La OEA, que fue fundada con la noble intención de promover la solidaridad y la cooperación entre las naciones del continente, se beneficiaría enormemente de un secretario general que provenga de Centroamérica o del Caribe. Un hombre de esta región traería una visión renovada y más urgente de los problemas que afectan a los países más pequeños y vulnerables. Además, serviría como un puente entre las naciones de habla hispana, inglesa y francesa, fomentando una mayor cohesión y entendimiento mutuo.

La postulación de un candidato con experiencia diplomática proveniente de Centroamérica o del Caribe no es solo una cuestión de representación simbólica, sino una estrategia pragmática para revitalizar la organización y ambas regiones. Este candidato tendría la oportunidad de impulsar agendas de desarrollo sostenible, derechos humanos y seguridad, con un enfoque particular en las necesidades y aspiraciones de los pequeños estados de esta parte del mundo. Nuestra región necesita una voz con experiencia que pueda llevar nuestras voces al centro de las decisiones hemisféricas, alguien que comprenda que la fortaleza de América reside en la suma de sus partes.

Estoy convencido de que ha llegado la hora de que Centroamérica y el Caribe levanten la cabeza con orgullo y reclamen sus espacios en la mesa de la OEA. La unidad en la diversidad es el camino hacia un futuro más justo y equitativo para todos los pueblos del continente. La elección de un secretario general de estas regiones no solo sería un reconocimiento a su importancia, sino también una señal poderosa de que todos los países, independientemente de su tamaño o poder, tienen un papel crucial que desempeñar en la construcción del futuro de América.

Centroamérica y el Caribe constituyen en términos de votación más de la mitad de los 34 votos necesarios para elegir al secretario general en la OEA. Es tiempo de que la región del Cono Sur mire con agradecimiento al Caribe y a Centroamérica, que han apoyado consistentemente a sus países en diversos organismos de la OEA durante estos veinte largos años de dominio en este organismo internacional y sus diferentes órganos.

La República Dominicana, con su liderazgo firme y su compromiso con los valores de la OEA, está llamada a desempeñar un papel protagónico en esta nueva era. Somos una nación que, a lo largo de los años, ha demostrado su capacidad para liderar y forjar alianzas estratégicas en pro del bienestar común del continente americano. El presidente dominicano, Luis Rodolfo Abinader, se ha convertido en este segundo mandato presidencial en uno de los presidentes con mayor fortaleza de la región, no solo por su liderazgo construido con Costa Rica, Panamá, Honduras, Guatemala, Guyana y Jamaica, sino porque acaba de ser reelecto como presidente hasta el 2028. Esto garantiza una política internacional coherente, como la que está llevando hasta hoy en su mandato presidencial en apoyo a la OEA.

La última vez que se presentó un candidato dominicano y que estuvo a punto de ganar fue el fenecido exembajador en ese organismo, Víctor Gómez Bergés, el primer dominicano postulado a ejecutivo de un organismo internacional, la OEA, como secretario general en 1975. Faltándole un solo voto para ganar, en esa ocasión, fue la más larga elección de la historia de ese organismo que se recuerde.

Entiendo que en el país hay la suficiente inteligencia y madurez para sopesar e iniciar una campaña en busca de la secretaría general de la OEA, las elecciones próximas, que serán el 28 de septiembre del 2024, y la fecha límite para presentar candidaturas por parte de los Estados Miembros será el 24 de agosto de este año.

La región ganaría mucho presentando un candidato unificado. La República Dominicana ha demostrado repetidamente su capacidad para articular visiones coherentes y estrategias efectivas en foros internacionales en tiempos muy cortos. Nuestros líderes han sabido construir puentes y fomentar alianzas que beneficien no solo a nuestra nación, sino a todo el hemisferio.

En el mundo de hoy, los desafíos son cada vez más globales y complejos, la OEA necesita una perspectiva fresca, un secretario general, que entienda las sutilezas y especificidades de los pequeños estados insulares y las naciones en desarrollo. En el país hay hombres con la suficiente experiencia para aportar a ese organismo ideas nuevas y renovadas.

Por eso entiendo que es crucial que los países de la región comprendan la importancia de esta oportunidad. Un secretario general del Caribe o Centroamérica no solo representaría un cambio simbólico, sino también un cambio sustantivo en la forma en que se abordan los problemas hemisféricos. Esta elección podría revitalizar la OEA, haciéndola más inclusiva, más representativa y efectiva en su misión de promover la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible.

Con un liderazgo fuerte y un compromiso con los valores fundamentales de la OEA, el nuevo secretario se convertiría en agente de cambio, devolviéndole la fuerza y la importancia que tuvo frente a los demás países de la región como en años anteriores exhibió frente a los problemas regionales que se presentaban.

Debemos aprovechar esta oportunidad para liderar una campaña vigorosa y bien coordinada, una que movilice el apoyo de nuestros vecinos caribeños y centroamericanos, así como de otros aliados estratégicos en todo el continente para conquistar la OEA.

El éxito de esta campaña dependerá no solo de nuestra capacidad para articular nuestros argumentos, sino también de nuestra habilidad para construir coaliciones y convencer a los otros miembros de la OEA de los beneficios de una nueva dirección en el liderazgo de la organización. Con diplomacia hábil y una visión clara, podemos lograr que nuestro candidato sea visto no solo como una opción viable, sino como la mejor opción para guiar a la OEA hacia un futuro más prometedor y equitativo.

¡Hagamos que suceda!

Hasta el próximo artículo.

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