En el glamoroso escenario de la alta velocidad y el diseño, el Rolls-Royce Phantom celebra un hito inigualable: su centenario. Pero más allá de su motor y su opulencia, la marca británica rinde homenaje a la conexión que ha mantenido por más de cien años con el mundo de la música, un vínculo que lo ha convertido en mucho más que un vehículo; es un símbolo de éxito, un lienzo para la expresión personal y un ícono entre los íconos.
“Desde la Edad de Oro de Hollywood hasta el auge del hip-hop, a lo largo de los últimos 100 años, los artistas de la música han utilizado el Phantom para proyectar su identidad y desafiar las convenciones”, afirma Chris Brownridge, director ejecutivo de Rolls-Royce Motor Cars. “Su motor se ha convertido a menudo en un ícono por derecho propio, con un lugar duradero en la historia de la música moderna. Esta conexión perdurable nos recuerda que Rolls-Royce y las personas extraordinarias que forman parte de la historia de la marca están unidas por una misma ambición: hacer sentir su presencia.”
De los orígenes del Jazz al Rock ‘n’ Roll
Mucho antes de que estrellas como John Lennon o Elvis Presley se convirtieran en sinónimos de la marca, el Rolls-Royce ya era el vehículo preferido de la realeza musical. Leyendas del jazz y la música popular como Duke Ellington, Fred Astaire, Edith Piaf y Sam Cooke viajaban en Rolls-Royce, reconociendo en la marca un símbolo de éxito y talento artístico. La inmensidad y el silencio de su interior ofrecían un santuario de tranquilidad, perfecto para las mentes creativas.
Pero fue con la llegada del rock ‘n’ roll que el Phantom se inmortalizó. Marlene Dietrich, la superestrella alemana, recibió un Phantom I verde en 1930, que no solo la acompañó en su llegada a Hollywood, sino que también apareció en su película “Marruecos”. Elvis Presley, el Rey del Rock, adquirió un Phantom V azul con características personalizadas como un micrófono y un espejo, lo que demuestra la fascinación de los artistas por hacer el vehículo verdaderamente suyo.
John Lennon y el verano del amor psicodélico
Ninguna historia ilustra mejor la transformación del Phantom en una obra de arte rodante que la de John Lennon. En 1964, el líder de The Beatles comisionó un Phantom V totalmente negro, pero la verdadera magia ocurrió en 1967. Justo antes del lanzamiento de “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, Lennon mandó a repintar el auto con un diseño psicodélico de remolinos de colores brillantes y motivos florales.
Este vehículo no solo se convirtió en el símbolo del “Verano del Amor”, sino que también fue una declaración audaz que conmocionó a la sociedad británica conservadora. Su valor se disparó, y en 1985 se vendió por casi 10 veces su precio original, convirtiéndose en el artículo de memorabilia del rock más caro en ese momento.
De la opulencia del showmanship a la elegancia del Hip-Hop
El Phantom continuó siendo un favorito para artistas extravagantes como Władziu Valentino Liberace, quien recorría el escenario del Las Vegas Hilton en un Phantom V cubierto de miles de espejos. Su estilo fue una inspiración directa para Sir Elton John, quien adquirió varios Phantoms, incluyendo uno que fortaleció su cristal trasero para soportar el potente sistema de sonido que había instalado.
En el siglo XXI, el renacimiento de Rolls-Royce en Goodwood coincidió con el ascenso imparable del hip-hop. La marca se convirtió en un símbolo de estatus en el género, con el Phantom siendo el vehículo más nombrado en las letras de las canciones. Estrellas como Pharrell Williams, Snoop Dogg, y 50 Cent lo presentaron en sus videos, y características únicas como el Starlight Headliner (techo con luces que simulan estrellas) se convirtieron en un codiciado emblema de lujo y éxito.
El Rolls-Royce Phantom ha mantenido una presencia constante y evolutiva en la historia de la música, ofreciendo a los artistas una forma de autoexpresión, aspiración e identidad. Al celebrar su centenario, este vehículo sigue simbolizando el éxito y el poder de la imaginación humana, listo para rodar hacia su segundo siglo como un ícono de la velocidad, la elegancia y la creatividad.
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