Por Gabriel Rico Albarrán
Dotar de contenido a la política se ha convertido en una tarea complicada, pues hay que hacerle frente a la apatía y desinterés de aquellos que deberían ser los principales interesados: la sociedad
Durante una conversación con un joven político dominicano, llegamos a la pregunta sobre la falta de contenido en la política y cómo esto lleva a una desvinculación de la sociedad para con la vida pública.
La respuesta a esta pregunta es multifactorial: se requieren funcionarios públicos capacitados, versados en técnica parlamentaria y con un genuino interés por la vida pública y la implementación de políticas públicas que impacten positivamente a la sociedad.
Son necesarias propuestas que vayan al fondo y no se queden en la forma. Este político mencionaba que, más allá de una pose, quienes aspiran a un cargo público deben priorizar y fomentar propuestas de calidad, el debate y el intercambio de ideas.
También advierte sobre los riesgos a los que está sujeta la democracia, el surgimiento de populismos tanto de derecha como de izquierda, sin dejar de lado el constante aislacionismo de algunos líderes latinoamericanos, que han optado por cerrarse al mundo, en un contexto donde todo está conectado y la globalización, es un hecho.
En resumen, se requiere una nueva generación de políticos que apuesten por reforzar los mecanismos de participación ciudadana que tiene la democracia como las vías de tránsito del desarrollo social. Esta tarea se antoja complicada y requiere de la participación de todos, clase política y sociedad.
Una de las piedras angulares de la construcción de este nuevo discurso político pasa necesariamente por los jóvenes; su visión del mundo puede ser el punto de partida para dotar de frescura al quehacer político y dar vuelta a la página para dejar atrás a esa vieja política anquilosada que cómodamente disfruta de las mielas del poder, a una política ágil y dinámica, resiliente y resistente a los cambios y fácilmente adaptable.
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