Mientras la necesidad de energía de respaldo crece en los hogares y pequeños negocios, en las calles del Gran Santo Domingo avanza un circuito discreto que se mueve sin hacer ruido. Es la compra y venta informal de inversores y baterías usadas, un mercado que opera al margen de cualquier control y que, aun así, se ha convertido en el sustento de miles de familias que buscan alternativas frente a los apagones.
El progreso de esta economía se explica por una combinación de factores que se traduce a apagones constantes, precios elevados y la urgencia de encontrar soluciones inmediatas. En ese escenario técnicos que, desde talleres improvisados, rearman equipos con piezas usadas y los venden a precios más económicos para la población de bajos ingresos.
Solo hay que caminar por Villa Consuelo, Villa Juana, Villa Mella o Los Mina para encontrarse con pequeños negocios donde los equipos usados se exhiben como si acabaran de salir de fábrica. Un inversor reacondicionado puede costar hasta un 60 % menos que uno nuevo, y una batería reparada se ofrece como alternativa para quienes no pueden costear un modelo original.
Muchas de esas baterías llegan desde recicladoras, talleres o deshuesaderos; otras, según técnicos del sector formal, provienen de robos a vehículos, almacenes o residencias. Una vez en manos del mercado informal, se someten a procesos de “reactivación” que van desde cambiar celdas internas hasta rellenarlas con electrolito para que duren un poco más.
Sin embargo, esa duración es incierta. Una batería reactivada puede funcionar durante meses o fallar en cuestión de semanas. Su vida útil es impredecible y el comprador no recibe garantías ni factura, quedando sin posibilidad de reclamar.
Inversores ensamblados pieza por pieza
Los inversores usados también tienen su propio circuito. Algunos llegan averiados, otros incompletos. Los técnicos informales los desarman, mezclan piezas de distintos modelos y ensamblan equipos “funcionales” que, con una capa de pintura, tornillos nuevos y etiquetas improvisadas (colocadas con la manos), pueden pasar por nuevos.
La apariencia, sin embargo, es solo superficie ya que operan con transformadores sobrecalentados, tarjetas electrónicas remendadas y ventiladores al borde del fallo. Funcionan, sí, pero no siempre de manera segura.
Carlos Manuel Fernández, técnico especialista en inversores, advirtió a través del periódico EH+ que el principal riesgo es la inestabilidad del voltaje, capaz de dañar electrodomésticos, provocar cortocircuitos y, en situaciones extremas, generar incendios o explosiones cuando una batería deteriorada se sobrecalienta o se descarga abruptamente.
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Un negocio informal que crece sin freno
Aunque no exista una cifra oficial, el mercado negro de inversores y baterías continúa expandiéndose. La falta de normas específicas y la debilidad de los mecanismos de inspección permiten que este comercio avance sin restricciones. Ni Pro Consumidor ni las autoridades energéticas cuentan con herramientas regulatorias suficientes para supervisar el reensamblaje o la reventa de equipos usados, un vacío que alimenta la informalidad.
A esto se suma el papel de las plataformas digitales (Facebook Marketplace, grupos de WhatsApp y Telegram) que hoy funcionan como el principal canal de venta. Cada día circulan cientos de ofertas que mezclan equipos nuevos, usados, reparados o ensamblados sin advertencia alguna para el consumidor.

Riesgos ambientales
Más allá de lo económico y lo eléctrico, el manejo inadecuado de baterías usadas tiene consecuencias ambientales serias. Las baterías de plomo-ácido contienen materiales altamente contaminantes que requieren un proceso adecuado de reciclaje.
Sin embargo, cuando se extraen celdas, se escurre electrolito en patios o aceras o se reutilizan piezas sin control, se generan residuos peligrosos que terminan en desagües, solares abandonados o la basura común.
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Pro Consumidor: una década sin alertas sobre el mercado informal de inversores y baterías
Aunque el mercado negro de inversores y baterías usadas continúa expandiéndose en barrios populares y plataformas digitales, Pro Consumidor no ha emitido en los últimos años ninguna alerta pública específica relacionada con la venta de equipos reacondicionados o baterías usadas comercializadas como nuevas.
La última advertencia contundente sobre este tema se remonta a 2015, cuando la institución alertó sobre la circulación de baterías falsificadas y usadas que se ofrecían en el mercado como productos nuevos. Desde entonces, no se han registrado llamados de atención recientes, pese al crecimiento sostenido del comercio informal de equipos eléctricos.
Sin embargo, en su Memoria Institucional 2024, Pro Consumidor destacó que mantiene activo un Programa Nacional Intensivo de Inspección y Vigilancia, mediante el cual realiza operativos en establecimientos del sector electrodoméstico. El documento señala que estas inspecciones buscan garantizar la seguridad de los consumidores y el cumplimiento de las normas, pero no menciona actuaciones específicas vinculadas al reensamblaje, reventa o comercialización de inversores y baterías usadas.
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