EHPLUS, REPORTAJE.- La sociedad moderna, atrapada en la neomanía social, se enfrenta a la presión constante de adquirir nuevas prendas de vestir. Esta producción representa un alto dispendio de energía.
Esta vorágine de consumo desenfrenado tiene un precio elevado para el medio ambiente como si se tratase de un recurso infinito.
Según un artículo de Expok News, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, con un impacto negativo que afecta tanto a la sociedad como al ecosistema.
Además, está comprobado que cada nueva prenda de vestir requiere de un alto consumo de energía, pese a que hoy día se hablan de mecanismos de bajo consumo. Sin embargo, el petróleo sigue siendo un insumo necesario para la sobreproducción de prendas.
El agua, un recurso desperdiciado
El proceso de fabricación de la moda es sediento de recursos naturales, especialmente agua. Un simple par de jeans, por ejemplo, requiere al menos 7,500 litros de agua para ser producido, y la mayoría de esta agua no se recicla ni se trata adecuadamente.
En lugar de eso, se contamina y se vierte en ríos y mares, agravando aún más la crisis hídrica global.
No solo el medio ambiente sufre las consecuencias de la industria de la moda. Detrás de cada prenda de vestir se encuentra una cadena de suministro compleja que a menudo involucra condiciones laborales precarias y explotación de trabajadores.
Muchos empleados de la moda, especialmente en países en desarrollo, enfrentan condiciones laborales inhumanas, largas jornadas laborales, bajos salarios y violaciones de sus derechos laborales.
EHPLUS.- La neomanía social de vivir “a la moda” en el dispendio de energía
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