EHPLUS, INTERNACIONAL.- La importancia de la industria petrolera en América Latina es innegable. Sin embargo, la situación actual no es lo que era antes para los grandes países extractores de la región.
No únicamente la irrupción de nuevas potencias y los problemas políticos o sociales han pasado factura al sector. A ello, se han agregado las preocupaciones sobre el medio ambiente y el cada vez más potente sector de energías renovables.
No obstante, la hegemonía de este oro negro sigue aun vigente debido a que aproximadamente un 19% de las reservas mundiales de petróleose encuentran en América Central y del Sur, un potencial no explotado si tomamos en cuenta que la región produce únicamente un 6% del total global.
México continúa apostando por una industria en decadencia
La relevancia del petróleo se encuentra en constante caída en el territorio azteca. Únicamente entre 2007 y 2021, la producción de crudo ha descendido un 43%, las reservas probadas casi un 45% y las exportaciones otro 40%. Pese a que todas las señales apuntan hacia otras industrias en crecimiento como las energías renovables o las infraestructuras para la movilidad eléctrica, las medidas aplicadas por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador van en otra dirección.
Brasil: el nuevo gigante petrolero
Basta con observar la irrupción de Petrobras entre las principales empresas de gas y petróleopara comprender que Brasil está en vías de convertirse en uno de los principales productores a nivel mundial. Y es que, en lo que a nivel de reservas respecta, la nación amazónica se posiciona únicamente por detrás de Venezuela a nivel regional.
La dependencia económica de Venezuela
La industria petrolera es la piedra angular de la economía venezolana y las ventas de crudo al resto del mundo condicionan a toda la sociedad. En concreto, el petróleo llegó a representar el 96% del total de las exportaciones en 2013 y en 2020 supone todavía un 65%. Ahora bien, el país de la Vinotinto ha experimentado un declive del 70% en la extracción petrolera entre 2017 y 2021, debido parcialmente al embargo petrolero impuesto por Estados Unidos en enero de 2019 a raíz de las tensiones entre el gobierno de Donald Trump y de Nicolás Maduro.
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