En los últimos años, el panorama energético de la República Dominicana ha experimentado un cambio significativo con la creciente adopción de energías renovables, especialmente la solar. Desde pequeños emprendimientos hasta grandes proyectos, los paneles solares están emergiendo como una solución tanto para las necesidades locales como para los desafíos globales de sostenibilidad.
Durante la década pasada, la Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector energético dominicano alcanzó los US$2,513.50 millones, representando un notable 8,66% del total de la IED en 2021. Estas cifras reflejan un claro interés y confianza en el potencial del país para la energía limpia.
Este impulso ha sido respaldado por la Ley de Incentivo al Desarrollo de las Energías Renovables y sus Regímenes Especiales, promulgada en 2007. Estas medidas regulatorias buscan no solo fomentar la inversión en energías renovables sino también hacer que el sector sea más atractivo para los inversionistas, a pesar de su impacto medioambiental.
La geografía privilegiada de la República Dominicana en el Caribe le otorga un enorme potencial para la generación de energía solar. Con un estimado de 50,000 MW de capacidad de generación, y niveles óptimos de radiación solar durante todo el año, el país ha logrado aprovechar esta ventaja natural. Actualmente, más de 621 MWp están en concesiones definitivas, y se espera que este número aumente con los 2,012 MW concesionados provisionalmente.
Impacto económico
La adopción de paneles solares ha sido notable. Desde 2017, más de cuatro millones de unidades han sido importadas, principalmente desde China, con una inversión que supera los 492 millones de dólares. La capacidad instalada de energía solar ha experimentado un crecimiento impresionante, alcanzando los 675.1 MW en 2024, un aumento de más de 21 veces en comparación con 2016.
De acuerdo con un estudio sobre generación distribuida y su impacto en las finanzas públicas, el costo total de instalación de los paneles fotovoltaicos fue de 883 dólares por kilovatio en 2020, un 81% menos que en 2010 cuando costaba 4,731 dólares kilovatio.
Sin embargo, este cambio hacia las energías renovables no está exento de desafíos. Aunque benefician al medio ambiente y reducen la dependencia de los combustibles fósiles, también tienen un impacto en las finanzas públicas. Los incentivos fiscales otorgados han representado una renuncia fiscal de aproximadamente 250 millones de dólares en los últimos diez años, lo que ha afectado las recaudaciones del estado.
A pesar de esto, el Ministerio de Hacienda señala que los sacrificios fiscales por las energías renovables en 2023 ascendieron a 996.0 millones de pesos, mostrando una tendencia al alza en comparación con años anteriores. Este balance entre beneficios económicos y fiscales plantea un desafío para el gobierno dominicano en términos de política energética y financiera.
El ascenso de las energías renovables en la República Dominicana representa un hito importante en la búsqueda de un futuro más sostenible y económicamente viable. Sin embargo, también subraya la necesidad de encontrar un equilibrio entre el desarrollo energético y la estabilidad financiera del país.
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